miércoles, 26 de abril de 2017

COMUNICACIÓN Y MEDIOS - 3º A

Estructura de un texto:

TEXTO INFORMATIVO
CARACTERÍSTICAS:
·         Usa un lenguaje denotativo
·         Preciso, sin ambigüedades
·         Correcto, sin errores
·         Correcto uso de los párrafos
·         Es más importante el contenido que la forma
TIPOS DE TEXTOS INFORMATIVOS:
Exposición:                        
Transmiten información. Pueden ser divulgativos o especializados. Estructura de introducción, desarrollo y conclusión.
Noticia:
Narra un suceso real. Objetividad, sin opiniones personales. Estructura de titular, subtítulo, entradilla y cuerpo.                                                                                                                           Descripción:                                                                                                                                                           En descripciones objetivas. Transmiten de manera técnica cómo es un objeto, paisaje, animal…         Ejemplos: partes de una máquina, la orografía de un paisaje.
 
Textos                             Características                             Estructura
Descriptivo                     Caracteriza un referente            Tema + características (nombrar, cualificar,
                                         por medio de las palabras.         situar)
Expositivo                       Presenta un tema de                  Introducción, desarrollo, conclusión.
                                         manera clara.                                                                                            
Narrativo                        Relata acciones en el                  Presentación o marco, episodio, final.
                                         tiempo.
Argumentativo              Presenta un punto de vista       Tesis, argumentos, conclusión.
                                         y lo defiende.

ACTIVIDAD EN CASA: Buscar ejemplos de los diferentes textos.

2 comentarios:

  1. Argumento:

    Rafael rattia

      La lengua política

     
    El evidente sistema de signos verbales que componen la lengua política del discurso venezolano acusa indicadores de una apestosa menesterosidad léxica; ¡faltaba más! Por supuesto que hay excepciones, honrosas debo decirlo.

    Es obvio que el ser es, en buena medida, aquello que ha leído y si esta premisa es cierta tal como la creemos, desde luego, el lenguaje refleja de modo especular la cauda de libros que el dueño de las palabras expresa en el ágora real o virtual. ¿Quién osa dudar que somos lo que leemos? Pues, nuestro vocabulario nos retrata de pie a cabeza y proyecta en nuestros intercambios simbólicos cotidianos nuestras grandezas y, obviamente, nuestras abyecciones como seres humanos. Por la palabra nos conocen y por ella misma nos conocerán. Gracias a la palabra escrita sabemos de la prodigiosa maravilla espiritual de nuestro insigne poeta y hombre de letras Don Andrés Bello; su inmarcesible “Gramática de la lengua castellana” perdurará a través de los siglos como obra espiritual imperecedera digna de emulación por generaciones de hispanohablantes. Obviamente, la pulquérrima lengua de nuestro escritor Mayor no es paradigma digno de encomio para la mayoría de nuestra clase política venezolana. El patrimonio lexicográfico de más del 80% de los políticos deja mucho que desear en lo atinente a la inveterada pulcritud socio-lingüística y semantológica que por su intrínseca naturaleza de “líderes” del espíritu nacional deberían ostentar. Muchas expresiones infelices y desafortunadas pronunciadas por prominentes figurones de la política vernácula dejan al desnudo el lamentable carácter malandro y delictual de dichos espectros de la peor ralea.  La escandalosa precariedad semiológica del discurso político del venezolano salta a la vista en los programas de opinión y entrevistas radiales y televisivas. La pobreza verbal revela de suyo una no menor pobreza de espíritu que viene determinada por la ausencia de lecturas y la casi absoluta indiferencia del liderazgo político hacia el cultivo y cuido de nuestra rica y nunca suficientemente ponderada lengua nacional. Nuestros políticos no leen; sobra decir que muy pocos lo hacen. Ya lo señaló nuestro egregio poeta Rafael Cadenas, en su brillante ensayo “En torno al lenguaje” con atinado sentido de advertencia el grave peligro que se cierne sobre nuestra atribulada nación: “el derrumbe de una nación se advierte en la debacle de su lengua”.

    Venezuela atraviesa por una encrucijada histórica de  incalculables dimensiones : O el venezolano se esfuerza con afán y denuedo en la tarea insoslayable de restituir el antiguo brillo y esplendor a su lengua o   sus hijos se  abandonan a su suerte y bogan cuales autómatas río abajo con las corrientes del deterioro y descomposición de su más preciado tesoro y su más grande riqueza intangible que  imaginarse puedan sus habitantes; su lengua política que es también social por antonomasia


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  2. Argumento:

    Rafael rattia

      La lengua política

     
    El evidente sistema de signos verbales que componen la lengua política del discurso venezolano acusa indicadores de una apestosa menesterosidad léxica; ¡faltaba más! Por supuesto que hay excepciones, honrosas debo decirlo.

    Es obvio que el ser es, en buena medida, aquello que ha leído y si esta premisa es cierta tal como la creemos, desde luego, el lenguaje refleja de modo especular la cauda de libros que el dueño de las palabras expresa en el ágora real o virtual. ¿Quién osa dudar que somos lo que leemos? Pues, nuestro vocabulario nos retrata de pie a cabeza y proyecta en nuestros intercambios simbólicos cotidianos nuestras grandezas y, obviamente, nuestras abyecciones como seres humanos. Por la palabra nos conocen y por ella misma nos conocerán. Gracias a la palabra escrita sabemos de la prodigiosa maravilla espiritual de nuestro insigne poeta y hombre de letras Don Andrés Bello; su inmarcesible “Gramática de la lengua castellana” perdurará a través de los siglos como obra espiritual imperecedera digna de emulación por generaciones de hispanohablantes. Obviamente, la pulquérrima lengua de nuestro escritor Mayor no es paradigma digno de encomio para la mayoría de nuestra clase política venezolana. El patrimonio lexicográfico de más del 80% de los políticos deja mucho que desear en lo atinente a la inveterada pulcritud socio-lingüística y semantológica que por su intrínseca naturaleza de “líderes” del espíritu nacional deberían ostentar. Muchas expresiones infelices y desafortunadas pronunciadas por prominentes figurones de la política vernácula dejan al desnudo el lamentable carácter malandro y delictual de dichos espectros de la peor ralea.  La escandalosa precariedad semiológica del discurso político del venezolano salta a la vista en los programas de opinión y entrevistas radiales y televisivas. La pobreza verbal revela de suyo una no menor pobreza de espíritu que viene determinada por la ausencia de lecturas y la casi absoluta indiferencia del liderazgo político hacia el cultivo y cuido de nuestra rica y nunca suficientemente ponderada lengua nacional. Nuestros políticos no leen; sobra decir que muy pocos lo hacen. Ya lo señaló nuestro egregio poeta Rafael Cadenas, en su brillante ensayo “En torno al lenguaje” con atinado sentido de advertencia el grave peligro que se cierne sobre nuestra atribulada nación: “el derrumbe de una nación se advierte en la debacle de su lengua”.

    Venezuela atraviesa por una encrucijada histórica de  incalculables dimensiones : O el venezolano se esfuerza con afán y denuedo en la tarea insoslayable de restituir el antiguo brillo y esplendor a su lengua o   sus hijos se  abandonan a su suerte y bogan cuales autómatas río abajo con las corrientes del deterioro y descomposición de su más preciado tesoro y su más grande riqueza intangible que  imaginarse puedan sus habitantes; su lengua política que es también social por antonomasia


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